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El pasado miércoles 23 de enero, el diario Financial Times publicó un artículo en el que uno de sus periodistas acompañaba a un camionero de Reino Unido en su ruta de trabajo, consistente en un viaje desde Folkestone, cerca de la entrada del Eurotúnel, hasta Turín, en el norte de Italia. Este trayecto lo realiza normalmente entre el lunes y el martes, haciendo el viaje de vuelta el miércoles, recorrido que cubre el periodista.

Fuente: Financial Times

El artículo trata de reflejar la realidad actual de un transporte habitual de mercancías en una industria que depende de que las existencias estén disponibles en los almacenes de los fabricantes en el momento justo en que van a ser incorporadas en el proceso productivo, y el impacto que tendría en él una salida del Reino Unido de la Unión Europea sin acuerdo, con los consiguientes controles aduaneros que se establecerían.

El camión transporta componentes de automoción para el fabricante Jaguar Land Rover, fabricados por un proveedor italiano. En el sector de automoción, englobando componentes y vehículos terminados, Reino Unido exporta a Italia bienes por valor de 4.400 millones de libras, e importa bienes por valor de 6.600 millones de libras.

El viaje de vuelta a Reino Unido transcurre según lo planificado hasta la llegada al Eurotúnel. El camionero indica al periodista que estima que tardarán en cruzarlo unas dos o tres horas, debido a la densidad de tráfico que siempre acumula. En efecto, el número de camiones que cruzan el canal de la Mancha a través del Eurotúnel se ha más que duplicado en los últimos años, pasando de un volumen de 800.000 camiones en el año 2009 a 1,6 millones de camiones en el año 2017.

A su llegada a la entrada del túnel, el camión se somete a una inspección voluntaria a fin de localizar posibles personas ocultas entre la carga. El camionero explica que este proceso no provoca excesivos retrasos y que aporta seguridad, ya que, en caso de descubrirse alguna persona no autorizada en el camión en ese momento, el transportista queda eximido de toda responsabilidad.

El conductor muestra su pasaporte y el del periodista a las autoridades, y no realiza mayor papeleo que declarar que transportan componentes de automoción y que el camión cuenta con seguridad adicional en la parte posterior, con lo que el proceso es fluido.

No obstante, el viaje sufre un retraso debido a que dos camiones que circulaban delante de ellos son inmovilizados para realizar controles adicionales, lo que termina derivando en que el periodo desde la llegada a la entrada del Eurotúnel y el acceso al tren alcance las dos horas, llegando al lugar de destino final una hora más tarde de lo previsto.

El artículo concluye planteando la cuestión sobre qué podría esperarse en un escenario de salida sin acuerdo, considerando que en la actualidad ya se producen retrasos y paralización del tráfico. En opinión del conductor, el Eurotúnel colapsaría. Por su parte, la empresa encargada de la explotación de la infraestructura indica que el tráfico continuaría fluyendo, ya que se espera que los conductores lleguen a la terminal con las declaraciones de aduanas completas y previamente notificadas, de modo que simplemente se requiera escanear los documentos e incorporarlos automáticamente a un sistema informático, de modo que el proceso de comprobación se realice de manera simultánea al registro voluntario de personas no autorizadas.

Sin embargo, pocos en la industria comparten esta visión.

 

Fuente: Financial Times

Leer artículo original en ft.com