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El 30 de septiembre de 2018, tras más de un año de intensas negociaciones, Estados Unidos, México y Canadá alcanzaron un acuerdo para sustituir NAFTA, el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte que entró en vigor en 1994. El nuevo acuerdo, que regula más de 1,2 billones de dólares de comercio en la región, no entrará en vigor inmediatamente. De hecho, la mayoría de las cláusulas no se aplicarán hasta 2020 porque primero debe ser firmado por los líderes de los tres países y aprobado en los parlamentos de Canadá y México, un proceso que puede llevar meses.

El acuerdo tiene importantes implicaciones en el sector Automoción ya que uno de sus principales objetivos es que un mayor número de vehículos y componentes se fabriquen en América del Norte. A partir de 2020, para poder beneficiarse del arancel 0, el 75% de los componentes de un vehículo o camión deberá fabricarse en Canadá, México o Estados Unidos, un aumento sustancial comparado con el 62,5% exigido actualmente. Además, se exigirá que un porcentaje significativo del montaje de los vehículos se lleve a cabo por trabajadores que perciban un sueldo de al menos 16 dólares la hora, tres veces más de lo que percibe un trabajador medio del sector de la automoción en México (el porcentaje será de un 30% a partir de 2020, con un aumento gradual que alcanzará el 40% en 2023). Estas medidas desincentivarán la inversión y la producción en México y a pesar de que inicialmente podrían beneficiar a algunos trabajadores de América del Norte, la necesidad de contar con un elevado porcentaje de componentes norteamericanos elevará el coste de la producción, aumentando el precio de los vehículos y reduciendo la competitividad de la región. Se teme que algunos vehículos de tamaño pequeño dejen de fabricarse en la región porque resultaría muy caro su montaje con estos requisitos, reduciendo la exportación de vehículos de América del Norte al resto del mundo.

Por lo que respecta a los aranceles, México y Canadá han recibido garantías de que no se verán afectados por los aranceles al sector de la automoción de hasta un 25% que la administración Trump quiere imponer bajo la sección 232 a países terceros por razones de seguridad nacional. Ambos países se beneficiarán de una cuota libre de aranceles de 2.600 millones de vehículos que podrán exportar a EEUU (las camionetas están exentas). En cuanto a los componentes, la cuota anual de México será de 108.000 millones de dólares y la de Canadá de 32.000 millones anuales. Únicamente los vehículos y componentes que superen las cuotas establecidas podrían verse afectados por los aranceles. Por otro lado, se mantienen los aranceles sobre el acero canadiense del 25%, aunque este punto se está negociando de forma independiente.

Se prevé que los consumidores de vehículos estadounidenses se verán perjudicados por un posible aumento de precios y una reducción en la selección, especialmente en vehículos pequeños que se fabricaban en México. Ford, GM, Chrysler y otras grandes empresas de la automoción reconocen que van a sufrir un aumento de costes debido a que se mantienen los aranceles del acero canadiense y un mayor porcentaje de componentes debe tener su origen en América del Norte y fabricarse con salarios superiores a los 16 dólares la hora por lo que no está claro cómo se adaptará el sector y sus efectos a largo plazo.