La depreciación que lleva sufriendo desde el anuncio del Brexit la libra esterlina respecto del euro (y del dólar) se ha acentuado en el último mes debido a los temores de una salida sin acuerdo, siendo esta de 4 puntos porcentuales. ¿Cuáles son las implicaciones económicas a ambos lados del Canal de la Mancha?
A priori, una libra debilitada podría favorecer los intereses de los líderes políticos de la eurozona, donde las inflaciones registradas superan siempre los objetivos propuestos. En el caso de Reino Unido, esta depreciación parece que no traería beneficios económicos:
¿Quién gana y quién pierde con esta depreciación de la libra?
En primer lugar, saldrían favorecidos aquellos ciudadanos de la eurozona que consuman bienes y servicios en libras. En este grupo entrarían, por ejemplos, turistas europeos que visitan Reino Unido (verían incrementado su poder adquisitivo, al ser todo «más barato al cambio»), compras a proveedores británicos realizadas en euros (desde empresas importadoras hasta clientes de amazon.co.uk) y europeos residentes en Reino Unido que, debido al origen de su empresa, puedan estar cobrando su nómina en euros.
En la otra cara de la moneda, los principales damnificados serían los hogares británicos, ya que las empresas repercutirán el encarecimiento de los productos importados de la UE en el precio final de sus bienes de consumo, disminuyendo la capacidad de ahorro de las familias. Según un estudio de la London School of Economics, la inflación posterior al referéndum de 2016 costó de promedio 404 libras anuales a cada hogar del Reino Unido. El Banco de Inglaterra, por su parte, estima que una depreciación del 5% de la libra esterlina incrementa los precios finales de los bienes de consumo en un 0,9%, dándose los mayores aumentos en alimentación, tecnología y energía.
Pero ¿una devaluación de la moneda no favorecería las exportaciones?
Al parecer, este mantra del comercio exterior ha perdido validez en los últimos tiempos. La depreciación de la libra posterior a la crisis financiera de 2008 apenas tuvo influencia en la balanza comercial de Reino Unido de aquel ejercicio. Tras la devaluación que precedió al referéndum de 2016, la ONS descubrió que los exportadores estaban elevando los precios en lugar de aumentar la producción. Los precios de las importaciones, en cambio, siguieron su tendencia al alza.
Por tanto, es poco probable que esta pequeña ventaja conferida por la debilidad actual de la libra compense tanto los aumentos de los costes de fabricación, como la incertidumbre sobre los términos de los futuros intercambios comerciales entre Reino Unido y la UE.
Fuente: Financial Times