China

La importancia de China en el comercio internacional está fuera de toda duda, siendo el principal socio comercial de la mayoría de los países de Asia, África, Oceanía y América y uno de los principales socios de Europa. Para Euskadi, China es el tercer país con mayor número de implantaciones, solo superado recientemente por México y EE.UU. tras la pandemia, y es uno de los principales países de origen de las importaciones vascas. Su dimensión y sofisticación hacen de este país un mercado al mismo tiempo competidor y receptor de producto vasco siendo sin duda uno de los países a los que la empresa vasca mayor atención presta.

La puerta de entrada de Euskadi a Europa

China se ha consolidado como una potencia global en múltiples ámbitos, impulsada por su rápido crecimiento económico, su influencia en el comercio internacional y su creciente poder tecnológico y militar. Como la segunda economía más grande del mundo, China juega un papel crucial en la cadena de suministro global, siendo tanto un importante exportador de productos manufacturados como un gran mercado de consumo. Además, su estrategia de la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha ampliado su influencia económica y diplomática en Asia, África y Europa. En el ámbito tecnológico, China ha avanzado significativamente en áreas como la inteligencia artificial y las telecomunicaciones, desafiando a otras potencias en sectores clave. Sin embargo, su posición global también enfrenta retos, como las tensiones comerciales y diplomáticas con Estados Unidos y otros países, así como preocupaciones sobre derechos humanos y políticas internas. Aun así, China continúa expandiendo su influencia y redefiniendo su rol en la geopolítica mundial.

La economía de China es una de las más grandes y dinámicas del mundo, caracterizada por su rápido crecimiento y su transformación de una economía predominantemente agraria a una potencia industrial y tecnológica. A lo largo de las últimas décadas, China ha logrado consolidarse como el principal exportador mundial y una pieza clave en la cadena de suministro global, impulsando sectores como la manufactura, la tecnología, la construcción y las telecomunicaciones. Sin embargo, la economía china enfrenta desafíos importantes, como el envejecimiento de su población, las tensiones comerciales con otras potencias, especialmente Estados Unidos, y la necesidad de reducir su dependencia de la inversión y las exportaciones para equilibrar su crecimiento. El gobierno chino ha puesto un fuerte énfasis en el desarrollo de su sector tecnológico y en la transición hacia una economía más orientada al consumo interno y a la innovación, aunque esta transformación requiere importantes ajustes estructurales y regulatorios.

Tras una expansión del 5.2% del PIB en 2023, se espera que mantenga un crecimiento del 4,9% del PIB en 2024, con una aceleración del crecimiento económico en el periodo 2025-2028. Se espera que el gobierno mantenga este crecimiento con un plan ambicioso de expansión fiscal y un aumento significativo en las ayudas. China se posicionará como un exportador clave de la industria del coche eléctrico, y componentes automovilísticos, incluidas algunas de las baterías más competitivas del mercado. Aunque se espera que el envejecimiento de la población sea problemático, el atractivo de China para el talento mundial podrá sostener la industria.

Aunque el proteccionismo occidental contra los competidores chinos y la diversificación de los mercados americanos y europeos podrían ser una amenaza, China continuará creciendo en el mercado internacional, sobre todo en mercados como el de la máquina herramienta, el petroquímico o el automovilístico. Se espera que el superávit del PIB se mantenga, porque China podrá vadear las amenazas externas con un sector industrial competitivo y una creciente inversión en el extranjero. Se espera que la inversión extranjera en China se recupere, debido a la fortaleza de sus principales industrias, que se mantendrán competitivas en el mercado internacional.

El mercado chino es altamente atractivo para empresas e inversores globales debido a su enorme población, su rápido crecimiento económico y su creciente clase media con un poder adquisitivo cada vez mayor. China ofrece oportunidades significativas en sectores como el consumo, la tecnología, la automoción, la salud y la energía renovable, atrayendo a empresas que buscan expandir su alcance en Asia y aprovechar el tamaño y la diversidad del mercado chino. Además, el gobierno chino ha implementado reformas para facilitar la inversión extranjera y fomentar la innovación, aunque también mantiene regulaciones y políticas que pueden presentar desafíos, como restricciones en ciertos sectores y un marco regulatorio en constante evolución. Pese a estos retos, el atractivo del mercado chino sigue en aumento, impulsado por el dinamismo de su economía, su inversión en infraestructura avanzada y su posición estratégica en la economía global.

Aunque China ofrece oportunidades enormes y cuenta con una economía sólida, enfrenta desafíos que pueden influir en la estabilidad de sus inversiones. La intervención estatal en la economía, el control sobre sectores estratégicos, y una regulación que puede cambiar rápidamente generan incertidumbre para las empresas extranjeras. Además, las tensiones comerciales con países como Estados Unidos y preocupaciones sobre derechos de propiedad intelectual añaden complejidad al entorno de inversión. La posibilidad de sanciones, barreras comerciales y la influencia del gobierno en decisiones judiciales y empresariales también representan riesgos a considerar. A pesar de estos factores, el atractivo del mercado chino persiste, aunque las empresas deben tener una estrategia de mitigación de riesgos sólida y estar preparadas para adaptarse a un entorno regulatorio y político dinámico.

China está intentando aumentar la confianza de los inversores en su sector financiero con nuevas regulaciones y nuevos incentivos, particularmente en sectores de alta tecnología. Hay múltiples incentivos fiscales para las empresas, tales como bajadas de impuestos, burocracia especializada o aranceles reducidos. Además, el sector financiero ha mejorado mucho, y los problemas como la banca sumergida o el blanqueamiento de capitales han sido severamente reducidos.

Desde las reformas de mercado iniciadas en 1978, China ha liberalizado progresivamente su economía, fomentando el comercio exterior, atrayendo inversión extranjera y promoviendo la modernización de sus sectores industriales. Este proceso incluyó la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, lo que aceleró su integración en el comercio global y le permitió convertirse en el principal exportador del mundo. A pesar de su apertura, China mantiene cierto control en sectores estratégicos y aplica políticas que favorecen el desarrollo de empresas nacionales, especialmente en tecnología y energía. Sin embargo, el país continúa buscando un equilibrio entre su apertura al capital extranjero y la protección de sus intereses económicos internos, lo que le permite maximizar los beneficios de su posición como uno de los mayores mercados del mundo. 

China mantiene diversas barreras al comercio que afectan a las empresas extranjeras, incluyendo aranceles, restricciones a la propiedad extranjera, y un marco regulatorio complejo que varía por sector. Existen controles estrictos en industrias estratégicas, como tecnología, telecomunicaciones y energía, donde las empresas extranjeras deben cumplir con estrictas regulaciones o asociarse con compañías locales para operar. Además, China utiliza estándares técnicos y requisitos de certificación que pueden ser difíciles de cumplir para las empresas internacionales. Las barreras no arancelarias, como las licencias de importación y los procedimientos de inspección, también ralentizan el acceso al mercado. A esto se suma la política de «Made in China 2025», que busca fomentar la autosuficiencia en sectores clave, lo que ha llevado a preocupaciones sobre competencia desleal y acceso desigual para las empresas extranjeras. Estas barreras al comercio reflejan el esfuerzo de China por proteger su economía y promover el crecimiento de sus empresas nacionales en el mercado global. 

La seguridad legal en China para inversores extranjeros es un aspecto que ha mejorado en las últimas décadas, pero que aún plantea desafíos significativos. China ha trabajado en fortalecer su marco legal para proteger las inversiones, incluyendo la promulgación de la Ley de Inversión Extranjera en 2020, que busca mejorar la transparencia y garantizar igualdad de condiciones entre empresas nacionales y extranjeras. Sin embargo, persisten preocupaciones sobre la protección de los derechos de propiedad intelectual, la independencia judicial y la aplicación coherente de las leyes, especialmente en sectores sensibles como tecnología y datos. Las empresas extranjeras también enfrentan riesgos relacionados con cambios regulatorios frecuentes y posibles restricciones en sectores estratégicos. 

Yuete Ye

Director de Basque Trade & Investment China

BASQUE TRADE & INVESTMENT CHINA

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